SE SOSTIENE LA DEFENSA DE UN INOCENTE
Una persona fue acusada de
secuestro.
Ello no es el punto malo, sino
que se trata de un chivo expiatorio.
Cuando sucedió el delito el
individuo fue extraído a golpes y por policías de su domicilio, quienes lo
presentaron ante los medios de comunicación como un consumado secuestrador.
Fue víctima de tortura y
presionado para confesar.
El fiscal conoció su inocencia.
Ello se afirma porque no se atrevió a fabricar una confesión. Simplemente se le
imputó como responsable porque, se dijo, otra persona, -también torturada-, le
señalaba.
El hombre fue consignado y
recluido en prisión preventiva.
Ante el juez de la causa ya se ha
demostrado la forma en que fue apresado, y se ha dejado constancia de que es
inocente. Incluso se ha tomado contacto con algunos medios de comunicación
hidalguenses, -al menos seis-, que han publicado su historia.
Pero ha sido inútil.
Por el estado en que se encuentra
su proceso es posible que se obtenga pronto la ansiada libertad.
Sin embargo, ello dependerá de
que el tribunal comprenda que el derecho penal no está hecho sólo para
castigar, y que la fiscalía advierta además que no es su única labor acusar.
Se informará acerca de los
resultados, pues es indignante la prisión de los inocentes, y más cuando esa
privación se debe a un delito de alto impacto que después de todo implica una
cadena perpetua, disfrazada en una punibilidad que va de los 40 a los 90 años
de encarcelamiento.
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